Deseo sexual
Un tranvía llamado deseo
Los misterios del deseo sexual suscitan muchos interrogantes, y algunas investigaciones. Meredith Chivers, profesora de Psicología en la Universidad de Queens (Ontario, Canadá) después sus investigaciones concluye que el deseo de las mujeres se enciende con sensaciones táctiles y auditivas. El del varón responde mucho más al estímulo visual. La mujer necesita ambiente, tiempo y ser estimulada de distintas maneras. Por supuesto, la respuesta sexual medida, es la genital. Aunque, en el caso de las mujeres, había discordancia entre las respuestas medidas, y las sensaciones referidas por ellas. Todo corroboraría la complejidad del deseo femenino.
Las preguntas son: ¿Es la respuesta genital el único medidor del deseo sexual? ¿Es tanta la diferencia entre el deseo masculino y el deseo femenino? ¿Es tan simple el hombre, y tan complicada la mujer?
El deseo ha sido siempre motivo de debate. Platón unía el deseo a la carencia. Los filósofos atomistas plantearon, contrariamente a Platón, que el deseo es un tema meramente físico. Es el exceso que pugna por salir del cuerpo, no una “falta” que debe ser cubierta. Es la concepción más parecida a la simplista visión actual que reduce el deseo sexual a una reacción fisiológica, que puede verse influida por andrógenos y neurotransmisores. Lacan decía que no tenemos deseo, sino que somos deseo. Freud le llamó libido.
Por mi experiencia clínica, el deseo sexual es bastante más complejo de lo que solemos pensar. Por eso vuelve locos a tantos terapeutas sexuales. ¿Por qué deseamos a unas personas y a otras no? ¿Y qué deseamos cuando decimos desear a alguien? ¿por qué dejamos de desear a quién deseábamos? ¿por qué el deseo se comporta a veces como el mar?, en ocasiones embravecido y ocasiones totalmente tranquilo. La razón de desear a unas personas y a otras no, está poco dilucidada.
Aparte de la influencia del modelo estético dominante, parece que influye la química, y también nuestras herencias genéticas y nuestras influencias familiares. Hay mucho por estudiar en este aspecto. Y en la actualidad es difícil identificar las razones exactas de nuestro deseo dirigido especialmente a alguien.
La influencia de enfermedades, medicaciones agresivas, fuertes adversidades, etc. podrá anular la tensión genital, pero no necesariamente la necesidad de ser abrazados, acariciados y queridos. Casi siempre, todo lo contrario.
El “tranvía llamado deseo” tiene muchos y variados pasajeros en su interior, y también puede realizar muchos trayectos. El reto es investigar e identificar a esos pasajeros. Identificar las dimensiones del deseo sexual. El problema es que por ejemplo no tenemos apenas instrumentos validados de medida. Y los que existen solo miden frecuencias e intensidades, pero no dimensiones.
Mi intención es partir de una hipótesis, extraída de mis años de experiencia clínica. La tarta del deseo tendría tres grandes dimensiones.
El deseo de descarga de la tensión sexual: se suele adjudicar a esta dimensión del deseo sexual, un perfil más bien masculino, pero es una apreciación que no parece real. La dopamina y los andrógenos parecen ser sus mediadores químicos. Es la dimensión más compartida con el resto de los mamíferos. Suele alterarse por hastío, por alteraciones iatrogénicas o fisiopatológicas.
El deseo de ser deseados. Es un deseo mediado por la necesidad de autoafirmación los demás. El deseo de ser queridos, admirados, valorados y deseados por los demás, se traslada también al deseo sexual, siendo uno de sus cimientos. Se le suele adjudicar un perfil más femenino, pero no en vano tiene su máxima expresión en Don Juan Tenorio, obsesionado en coleccionar deseos femeninos hacia él. La autoestima y sus problemas constituyen el núcleo fundamental de esta potente dimensión del deseo.
El deseo de encuentro mutuo, de contacto, de fusión con el otro, la sed de piel, es quizás la dimensión del deseo sexual, que más define la evolución de la sexualidad humana. El apego es su núcleo fundamental, y su base física en una piel con la mayor cantidad y variedad de corpúsculos sensitivos de todos los mamíferos.
Ahora hay que validar un instrumento que evalúe y mida estas dimensiones.
©Manuel Lucas Matheu